Con el
otoño comienza la temporada más esperada por los cazadores. Por fin se abre
la veda para multitud de especies. Las zonas de caza y los cotos se llenan de
cazadores deseosos de practicar esta actividad deportiva. Esta carne, en
principio saludable y alimento natural, carece de residuos de fármacos que se
suelen utilizar en los animales de abasto, pero no está exenta de riesgos
alimentarios, tales como contaminantes biológicos (parásitos o microorganismos)
y sustancias tóxicas propias del medio ambiente (metales pesados,
insecticidas).
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1. Su historia
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El hombre
a lo largo de la historia a recurrido a la naturaleza para buscar alimento.
Inicialmente era un encuentro hombre-animal en el que el valor y destreza
aseguraban la supervivencia de la tribu.
Pero lo
que comenzó siendo una necesidad ha pasado a ser un deporte o hábito para el
tiempo de ocio de las culturas occidentales.
Actualmente
se aplica el término de cinegética al hecho de equiparse, seguir la
huella de la pieza y abatirla. Hoy en día , en España cazar es algo más que
un deporte o una mera afición.
Las
estadísticas ponen de manifiesto que tras la caza se esconde un sector
económico en alza, que va más allá del propio cazador o del restaurador. Todo
esto ha hecho que en los últimos años se intente establecer un orden legal en
dicho sector.
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2. Propiedades organolépticas
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En cuanto
al color, estas carnes se caracterizan por presentar un color rojo más
oscuro que las procedentes de las especies domésticas. Además, dicho color se
incrementa con la edad del animal.
Su olor,
típico olor a "caza", es combinación de olor sexual y olor a campo.
La terneza
y textura definen la calidad de la carne. En comparación con la de los
animales domésticos podemos decir que las carnes de caza son más duras,
aunque puede haber diferencias en la terneza de éstas, ya que el rango de
edad al que son cazados los animales y las variaciones según época del año
afectan notablemente a dicha cualidad.
Conforme
aumenta la edad del animal, presenta mayor dureza. Hoy en día es posible su
crianza en granjas, lo que permite obtener carnes más tiernas, aunque de
menor sabor, ya que la dieta que reciben estos animales es diferente a la de
los animales salvajes.
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Se dividen
en dos grupos. Caza de pelo y caza de pluma.
- Caza
de pelo. Dentro de esta podemos incluir dos categorías en función del
tamaño de la pieza:
- Caza
mayor: jabalí, corzo, venado...
- Caza
menor: la liebre, el conejo...
- Caza
de pluma. Se puede dividir en:
- De
tierra: la perdiz, la paloma, la codorniz, la becada...
- De
montaña: el gallo silvestre, urogallo, la perdiz de los Alpes.
- De agua:
El pato salvaje, el pollo de agua, la avefría...
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La composición
nutricional de los animales de caza es muy variable y está determinada
por factores tales como: la especie la edad, el sexo, el tipo de
alimentación, etc.
Por todo
esto se hace muy difícil valorar de forma general el aporte nutricional
que proporcionan las carnes de caza.
Pero sí es
posible indicar que los animales silvestres presentan una serie de
características comunes que los diferencian de los de abasto.
Son carnes
con mucho menos contenido en grasa, pero pese a eso su contenido en colesterol
es similar al resto de las carnes. El aporte en grasa es menor cuanto más
joven es el animal.
Tienen
mayor contenido proteico, siendo las proteínas de alto valor
biológico.
Las carnes
de caza son ricas en hierro y fósforo, y contienen además
importantes cantidades de magnesio y potasio. Son un alimento
especialmente indicado para las personas que padecen anemia.
En cuanto
a su contenido vitamínico, estas carnes destacan fundamentalmente por su
aporte en vitaminas del grupo B, al igual que las carnes de abasto.
Además,
estas carnes presentan la ventaja de carecer de residuos de hormonas,
antibióticos y otros fármacos, al contrario de lo que suele ocurrir a
veces en las carnes de abasto.
Pero no
todo son ventajas, también las carnes de caza presentan inconvenientes.
El músculo
de estas carnes suele contener una cantidad excesiva de ácido láctico
(si durante la caza el animal ha realizado esfuerzos violentos), que
posteriormente se convertirá en ácido úrico. La ingesta excesiva de este
ácido es perjudicial para la salud, al poder desencadenar en numerosas
patologías.
Además, la
elevada cantidad de compuestos nitrogenados que presentan estas
carnes, hace que se conviertan en un alimento contraindicado en personas que
padezcan de gota e hiperuricemia.
Las carnes
de caza pueden contaminarse si el animal se alimenta de cultivos
tratados con herbicidas y pesticidas, o por ingestión accidental de cebos
venenosos usados ilegalmente para luchar contra las alimañas.
También es
importante señalar que algunos animales, como el jabalí, puede contraer
graves infecciones que se las trasmita al hombre, como es la triquinosis.
Por ello, es
obligatorio que el veterinario revise las pieza antes de ser consumidas,
sobre todo si se va utilizar en la elaboración de embutidos.
Se debe
también tener cuidado por si algún proyectil empleado en la caza perfora el
intestino del animal, ya que esto provocaría la salida de su contenido,
contaminando rápidamente la carne.
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